Poco más o menos. | índice |
Intro / Comienzo / Trama / Situación / Monetizar / Dharma / Continúo
Intro. Escribir es un como cualquier otro método para ordenar ideas. Anoto cosas que me rondan por la cabeza con la esperanza de que vayan uniéndose los puntos que me ayuden a comprender los momentos complicados por los que he pasado, y la manera de influir en el presente que habito.
Comienzo. Para escribir abro mi editor -otras veces la app de notas y otras tantas algunas de mis libretas y plumas para escribir a mano- y elijo crear un archivo html. No necesito nada más que poner el elemento <p></p>
y lanzarme a desarrollar una idea en la que cada párrafo estará contenido entre esas dos pes -sí, ya sé que con una sola basta, pero me produce toc no cerrar un elemento html 🤷🏻♂️-. Luego ya vendrá especificar el doctype, head, meta y todas esas cosas que hacen que al subirlo al blog y compartir el enlace el navegador pueda interpretar ese simple código y mostrarlo en cualquier dispositivo. No soy ningún tipo de programador, así que tengo que dejar claro que lo poco que hago me ha costado un tiempo dominarlo, pero, ¿acaso no es así como debería ser? -Oh, venga tío, déjate de hostias, yo solo quiero abrir una app, soltar mi mierda y recibir un poco de dopamina en forma de "me gusta", o incluso que me discutan y me saquen de quicio. ¡Me alimento de ira, imbécil!.- Ook, si es lo que quieres nadie te impide hacerlo, por supuesto.
Trama. En algún momento de mi Gran Depresión Monumental -llevo meses dándole vueltas para encontrar un nombre que la defina y aún nada me convence- todos y cada uno de los recuerdos que tengo en forma de fotos y videos de los últimos veintipico años fueron borrados. Digo que fueron porque yo no lo hice, lo hizo un monstruo que habita en mi interior, y que de múltiples maneras se ha ido alimentando, entre otras muchas cosas, de esas redes amuralladas llenas de extraños algoritmos. Tenía que salir de esas redes. ¿Pero cómo dejar un lugar lleno de gente que alguna vez significó algo en tu vida aunque con la que cada vez tienes menos o nada que ver? ¿Alguien ve la ironía? Cuando estuve tan enfermo me encerré en mí mismo y prácticamente no salía de casa. Aún tenía todas esas apps sociales en las que los demás me veían. No sirvieron para nada. Yo no supe pedir en ese momento, y nadie que me viera por facebook, twitter o instagram tenía la menor idea de si me ocurría algo -también puede ser que sí lo notaran pero les importase una mierda, no nos engañemos-.
Situación. Un ejemplo sencillo:
En este video estoy tocando con Villanueva en Joy Eslava, Madrid. Estando en medio de una depresión tan jodida me obligaba a seguir tocando en conciertos. Era uno de los pocos contactos que podía tener con la realidad fuera de casa, donde pasaba el 99% del tiempo encerrado, fumando hachís o bebiendo mucha cafeína y alcohol. Aun yendo hasta arriba de clonazepan no pude evitar sentir la angustia y el miedo al salir al escenario. Durante unos segundos me tuve que ir hacia atrás y concentrarme en mi respiración. Llegué a la conclusión de que si me desmayaba delante de varios cientos de personas al menos tendría una buena historia que contar. Nadie que viera el video en mis redes sociales entonces pensaría que estaba tan jodido. Así que... no tengo claro a dónde quiero llegar. Como decía, solo estoy intentando ordenar ideas.
Monetizar. A mediados de los '90 tocaba la guitarra durante todo el día, componiendo riffs y canciones en cantidades ingentes. Claro que fantaseaba con ser famoso. ¿Quién haría música sin imaginarse en un gran estadio? El que te diga que siempre tuvo claro que no, que sabía que la vida es dura y que tendría que escoger una carrera o profesión y darle duro y luchar,...mira, no, te está mintiendo. El problema surge si lo que te rodea es una mierda lo suficientemente grande como para esconderte en cualquier fantasía. Yo lo hice. Así que he malvivido gran parte de mi vida escondiéndome exclusivamente en la música. En mi cerebro soy todo lo importante y famoso y genio y talentoso que quiera. He tenido decenas de proyectos, pero no solo en la vida real, sino también en mi mente, y con ellos he grabado discos y encumbrado giras. A todo esto le sumé una enorme y estúpida carga en el momento en que cualquier tipo de contenido debía de ser monetizado. Cuando la posibilidad de sacar rentabilidad a golpe de click surgió, mi cerebro añadió la presión de encontrar la manera de ganar dinero con mi arte. Por supuesto soy demasiado vago y falto de iniciativa como para dejar que eso se materialice en realidad. Así que nunca he trabajado para lograrlo, y lo sé. Hay una zona concreta de mi autoestima que no atenderá a razones, y que carga sobre mis hombros la responsabilidad de no haber conseguido NADA, por mucha adulación selectiva que haya tenido en algún momento de mi vida en el mundo real.
Dharma. -¿Así que ahora viene la parte en la que te pones místico y esas mierdas?- Mira, es una jodienda, lo sé. Yo mismo me declaré ateo la mayor parte de mi vida. Visto en perspectiva -no se si soy capaz de hacer algo así- era la opción más fácil, y creo que solo me ayudó a caer en el típico nihilismo autodestructivo. De todas formas durante muchos años hice pequeñas incursiones al budismo, siempre en forma de lectura de textos, pero sin llegar a profundizar en la meditación. No fue hasta noviembre de 2022 que empecé a tomármelo como algo que necesitaba. ¿Qué pasó? Ya vivía de nuevo con L y Tabi -también M se mudó con nosotros- y nos habíamos ido a un piso más grande. Llevaba meses leyendo más "en serio" a monjes como Matthieu Ricard y Dzongsar Khyentse Rinpoche. Había vuelto al trabajo incluso de manera presencial. Hacía algo de música con Vultture y aún estaba la idea de seguir acompañando a Villanueva en directo. Aún así no había dejado de beber alcohol y por supuesto no había dejado de consumir hachís cada día y algo de cocaína de forma esporádica, pese a que los episodios de ansiedad eran frecuentes y no terminaba de salir de aquel pozo tan profundo -tampoco es que haya salido ahora, pero siento el aire acariciar mi rostro (un poco de poesía nunca viene mal)-, y entonces me contagié de Covid. Aquello fue una auténtica pesadilla. Recuerdo estar a cuatro patas sobre la cama intentando encontrar un hilo de respiración. Es una de las cosas más jodidas a las que me he enfrentado jamás. Fue un punto de inflexión. Había que cortar con esta situación autodestructiva, y tenia que hacerlo ya, antes de que fuera demasiado tarde. En mi cabeza la posibilidad de morir arrepentido por los últimos años de mi existencia me tenía repleto de auténtico temor. Los meses de terrible ansiedad se prolongaron mucho más y tardé otros tantos en tomarme en serio la medicación psiquiátrica y abandonar el alcohol.
Continúo. En algún momento del año pasado encontré un disco duro que contenía el 75% -bueno, ya sabéis cómo funcionan las estimaciones en los humanos- de lo que había hecho musicalmente desde los 22 o 23 años de edad. Mi cerebro empezó a azuzarme para que creara proyectos, los compartiera en redes sociales, hostias y copones. Por suerte dejé esa mierda atrás. Ahora veo cómo se forma esa necesidad de dopamina y lo paro a tiempo. Con el tiempo decidí volver a publicar de manera mínima, lenta, sin prisas, pero también sin publicidad ni algoritmos. Leyendo por aquí y por allá caí en los postulados de la smallweb, abrí una cuenta en mastodon y empecé a ver otras maneras de hacerlo, aunque sea a la nada y al vacío, al menos a un vacío que no me vigila. He leído libros de Jaron Lanier, artículos de Cory Doctorow y otras tantas movidas con las que me autoconvencí de que se puede ir más lento, hacer las cosas por el gusto de hacerlas, e incluso beber de la posibilidad de que no tiene por que llegar a absolutamente a nadie. Aquí tenéis la web que voy construyendo poco a poco. Ahora estoy hilando sin prisas, ni metas...ni siquiera sueños. Solo estar, aprender y crear, que no es poco.
Aquí algunos enlaces que he ido leyendo y guardando. Influencias y otras formas de experimentar internet: