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Hola, amigues y enemigues.
Normalmente empiezo a barajar esta entrada el viernes de cada semana. Y a viernes, que es cuando están brotando estas líneas desde el velo de la consciencia ordinaria, he de deciros que está siendo una semana de mierda. Claro, que a falta de vivir el sábado, o sea mañana, o sea ayer, quién sabe si todo dará un giro inesperado para convertirse en la semana más importante e ilusionante de mi vída; si por el contrario seguirá la línea hasta ahora marcada y por lo tanto en terrible descenso; o si no hay extremos que valgan y termina siendo un fiftififti que dicen los amantes de las charlas ted.
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Lo laboral está requiriendo una paciencia que en el pasado nunca tuve pero que el presente me ayuda a cultivar. Hay demasiada confidencialidad como para poder expresarme libremente. Pero sí os diré que aquí un servidor solo quiere ayudar en los campos de arroz lo mejor posible. No hay más. Ayudar a unas y otros. Pero claro, a veces tenemos por encima aunque en admirable y aclamada horizontalidad a capataces con la capacidad justa para parecer buenos sin serlo. Parecer buenos moralmente, porque buenos en exprimir al personal en beneficio del capital sí que demuestran serlo. En fín, que me deshago en los intentos que algunes perpetran disuelto en tranquilidad y calma. Aún queda hueso que roer.
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Por si acaso me he cambiado de gafas, que además ya me estaban pidendo las anteriores clemencia y no era plan de hacer uso otra vez de la cinta americana. Siguiendo la tradición más violenta jolibudiense me he calzado unas clubmaster como las que llevaba el Duglas -o Daglas- en "Un día de furia", en efecto, por si volviera la furia o algo.
El Duglas -o Daglas- furioso.
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Suficiente. Que este zozobrante año siga su curso, para bien o para mal, hasta disolverse en la inmensidad del ciclo universal. Os quiero. Un abrazo.
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