La hora correcta

Llevamos meses, si no años, la Mara y yo dándole al tema de los horarios. Más concretamente a los horarios de desayuno y comida. El del almuerzo, aún a sabiendas de que hay gente y amigos que no se saltan una toma, lo dejamos fuera, porque somos más del picoteo entre horas, que viene a ser un almuerzo perpetuo. Una pieza de fruta por aquí, un puñaico de quicos por allá, un torrezno para amansar a la fiera mientras se termina de cocinar.

En concreto mi hermana ha ideado una tabla que establece, dependiendo de la hora en que te alces de la cama, qué puedes desayunar. Estas serían las reglas:

Todo esto considerando que la hora correcta para la comida serían las 2 del medio día.

El caso es que, pese a que soy un señor de carácter madrugador, llevo unos meses en un extraño estado que me impide dormir más temprano de las 3 de la madrugada. Y claro, me veo envuelto en un dilema diario, fruto de esta inconsistencia de despertar, más propia de un millennial. Solo deseo que esta posible tercera edad del pavo pase lo antes posible y poder volver a mi rutina. Mientras que esto no ocurra, he decidido mezclar las dos comidas y hoy, por ejemplo, me dispongo a disfrutar a las 3 de la tarde, de un sabroso y energético menú compuesto por pechuga a la villaroy y patatas fritas, con pan de semillas y un café con leche.

Si alguien gusta está invitado, pero trae postre.


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